Corría el año 1984 y el dueto Tears for Fears formado por Roland Orzabal y Curt Smith se encontraba grabando su segundo álbum: “Songs from The Big Chair”. Los británicos estaban dispuestos a poner toda la carne en el asador luego de una gira por toda Inglaterra, su país natal.
Con un estilo New Wave bien desarrollado y elementos que ya hacían que su música fuera percibida con originalidad, los británicos entran a trabajar temas que luego serían de los más populares de su repertorio, como “Shout”, “Head Over Heels” o “The Working Hour”. La mayoría de los temas contaban con sintetizadores, guitarras con distorsión ligera y las reconocibles letras sobre problemas sociales. Sin embargo, había una canción que iba a ser dejada por fuera.
El productor Chris Hughes se sentó a escuchar el par de acordes en guitarra acústica que servían como base del tema pensado inicialmente por Roland, y a pesar de que ya las sesiones de grabación estaban culminadas, motivó al dúo para que la grabaran y entrara en último minuto como parte del disco. Lo cierto es que Chris veía mucha fuerza en esa idea inusual para el pop New Wave del momento. La canción estaba en 8/12, progresión rítmica más bien arriesgada, y si a eso sumamos la temática oscura que habla del despotismo del ser humano cuando obtiene un poder desmedido, discrepaba con el bloque sólido que de por sí ya era el álbum.
Sin embargo el tema entró al disco con Hughes en apoyo en bajo, Smith en teclados y Roland a la cabeza en los demás instrumentos, bautizado como “Everybody Wants to Rule the World”. Fue tan bien recibido por público y crítica, que fue lanzado como segundo sencillo del álbum, consiguiendo más de dos millones de reproducciones en las radios mundiales de la época. Es un tema que cualquier persona puede digerir, sin necesariamente ser fanático de la banda; pero que a su vez es un gran puente para todo el trabajo envidiable de Tears for Fears.
Luego del lanzamiento de Songs from The Big Chair, la banda consiguió el premio a la banda inglesa del año en la edición de 1985 de los “Brit Awards” y Everybody Wants to Rule the World es considerada actualmente, por su complejidad rítmica y lírica, y por su gran calar en el público masivo, como un himno de los años 80.