El mundo de la música se encuentra de luto por el inesperado fallecimiento del amado baterista de Foo Fighters, el gran Taylor Hawkins. La noche del viernes 25 de marzo fue encontrado sin vida en su habitación de hotel en Bogotá. Ese mismo día la banda se presentaba cerrando el festival Stereo Picnic.
No sabemos qué será del futuro de la agrupación, ya que es un momento sumamente delicado. Lo que sí es cierto es que Dave Grohl y compañía quieren que recordemos a Taylor de la mejor de las maneras, como el artista amigable y extrovertido que se comía cualquier escenario, por más grande que fuese.
Taylor nació en Fort Worth, Texas, en febrero de 1972 y desde muy pequeño incursionó en la educación musical. A pesar de que su instrumento base es la batería, tenía amplios conocimientos en guitarra y piano. Sus dotes musicales le valieron popularidad desde muy joven, llegando a tocar con Alanis Morissette en la banda Sexual Chocolate.
Luego de acompañar a la cantante canadiense en la gira de su disco Jagged Little Pill se unió a los Foo Fighters en 1997, perteneciendo desde entonces a la formación y siendo pilar fundamental de su funcionamiento, muchos incluso podían referirse a Taylor como la mano derecha de Grohl en el liderazgo de la banda.
10 discos, decenas de sencillos y múltiples éxitos conocidos en todo el mundo.
Hawkins nos deja en medio de una gira mundial, luego de haber dado todo en tarima en sus presentaciones de Lollapalooza Chile y Argentina, el último de su vida el pasado Domingo. Sin duda será una huella imborrable en la historia reciente del rock.